Ahí les va...
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Los recuerdos son como las gotas que caen en el pasto seco y lo regresan a la vida. Los recuerdos son marcas intermitentes de quiénes somos. Hoy mi mamá decidió que era un día para sumergirse en ellos. Sacó la caja donde se guardan las memorias, los secretos, las heridas, las risas y los llantos. Y junto con mi mamá, me tiré un clavado a la alberca de los recuerdos. En lo más profundo de la caja encontré una libreta donde solía hacer lo que ahora hago: escribir.
Y reviví.
Transcribo un extracto de lo escrito.
Empiezo de nuevo a escribir un diario. Cogí esta libretita ya que fue la primera que vi y decidí que aparte de ser práctica serviría para lo que yo quería. Últimamente han pasado muchas cosas en mi vida. Hace un año y medio mis papás se separaron y me cambie de casa. Vivo con mi mamá y mi hermana en una casa chiquita, pero con lo necesario. He aprendido muchas cosas de la vida y me he dado cuenta de lo que es importante para mí. Mi familia, mis amigos y el amor que me ayudan a salir adelante y me hacen crecer cada día como persona.
El resto detalla sobre las áreas específicas de mi vida y no es necesario presentarlo aquí porque la idea central está reflejada: el recuerdo de ese texto me habla perfectamente de la persona que soy ahora.
Pienso también en uno de los diálogos del personaje de Alicia en la película El Estudiante. Ella decía "Hay cosas que nunca deberían de cambiar." La frase es demasiado verdadera.
Analizo lo que escribí y observo las cosas que no han cambiado:
1. Desde ese momento han seguido pasando muchas cosas en mi vida.
2. Ya me volví a cambiar de casa.
3. Sigo aprendiendo de la vida.
4. Cada día me doy más cuenta de lo que es verdaderamente importante para mí.
5. Mi familia, mis amigos y el amor han seguido siendo los motores que me impulsan a vivir.
Qué cursi, pero es verdad. Soy tan diferente y tan igual a la vez. Los recuerdos son permanentes, a pesar de que el tiempo pisa cada vez más fuerte el acelerador y la película de mi vida parece proyectarse en fast forward.
Los recuerdos siguen iguales. Perduran. Los momentos de la infancia donde lo que importaba era la película que estábamos por ver o el juego que seguía de jugar. La primera vez que se te cayó un diente. El día que descubriste el gran secreto de Santa Claus. Las amigas de la pubertad. Y los amigos también. El día que tus papás dejaron de ser tus héroes. Las fiestas de quince años. El primer amor. La prepa. La libertad de los 18 años. La carrera. La desilusión del amor. Las esperanzas del futuro profesional. Hoy.
Todos estos momentos revividos a través de imágenes, documentos, películas, textos y música me hacen pensar en que de no haber pasado todo eso quizá todo sería tan distinto. Quizá sería una extraña incluso para mí misma. Lo irónico es que a pesar de que sí soy diferente a la que era en 2004, y de que he vivido tantas cosas tan definitivas para mi vida, en el fondo sigo siendo la misma en muchas cosas.
Pienso en el futuro, en diez años más. Intento imaginar mi vida, junto las piezas y me dispongo a armar el rompecabezas. Sé que por más que intente, todo queda en ideas del hoy. Mañana quizá no piense lo mismo y definitivamente en estos diez años habrá cosas que no podré controlar. Algunas de las piezas serán reemplazadas por unas nuevas y la imagen completa será distinta. A pesar de todo...abra otras, las esquinas y las orillas, que permanecerán ahí. Intactas. Iguales. Fuertes. Las piezas esenciales que se forman a través de toda nuestra vida. Las piezas que alguna vez cuando tenía 14 años consideré importantes y que hoy sigo teniendo como parte de mi rompecabezas. Esas piezas permanecerán... porque como los recuerdos, son las cosas que quiero que permanezcan siempre así... a pesar de que el tiempo vuele frente a mis ojos.